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Articles by Patricia Raybon

Aguas profundas

Cuando Bill Pinkney navegó solo alrededor del mundo en 1992, lo hizo con un gran propósito: inspirar y educar a los niños. Esto incluía a alumnos de su antigua escuela primaria en los barrios pobres de Chicago. El objetivo era mostrar lo lejos que podían llegar estudiando mucho y comprometiéndose con la tarea. De allí, el nombre de su barco: Commitment [Compromiso]. Cuando lleva a estudiantes a navegar, dice: «Al agarrar el timón, aprenden sobre el control, el dominio propio y el trabajo en equipo […]; principios básicos necesarios para triunfar en la vida».

Él nos hace nuevos

A Shawn Seipler, un ejecutivo que viajaba mucho, le preocupaba qué pasaba con los jabones que quedan en los hoteles. Pensaba que, en lugar de tirarlos, podían encontrar nueva vida. Entonces, fundó «Limpiemos el mundo», un emprendimiento de reciclaje que ha ayudado a más de 8.000 hoteles, navieras y centros turísticos a convertir millones de kilos de jabones descartados en nuevas barras de jabón esterilizadas. Enviadas a personas necesitadas en más de 100 países, ayudan a prevenir incontables enfermedades y muertes relacionadas con la higiene. Seipler dijo: «Sé que suena cómico, pero esa pequeña barra de jabón de tu hotel puede salvar literalmente una vida».

Pequeño pero grandioso

¿Llegaré a las Olimpíadas? A la nadadora universitaria le preocupaba no ser lo suficientemente rápida. Pero cuando su profesor de matemáticas, Ken Ono, estudió sus técnicas de natación, vio cómo mejorar su tiempo por seis segundos: una diferencia importante. Identificó pequeñas acciones correctivas que podían hacer que la nadadora fuera más eficiente en el agua.

Conocido por Dios

Casi veinte años después de haber sido separados por la adopción, dos hermanos se encontraron gracias a una prueba de ADN. Cuando Kieron le escribió a Vincent, el hombre que creía era su hermano, Vincent pensó: ¿Quién será este extraño? Kieron le preguntó qué nombre le habían puesto al nacer, y él respondió: «Tyler». Entonces, supo que eran hermanos. ¡Lo reconoció por su nombre!

Fuerte y bueno

El joven capellán universitario estaba turbado. Pero pareció molesto cuando me atreví a preguntarle si oraba… por la guía de Dios… por su ayuda. Orar —como instó Pablo— sin cesar. En respuesta, confesó: «No estoy seguro de seguir creyendo en la oración o en que Dios escucha. Simplemente, mira a tu alrededor». El joven líder estaba «construyendo» un ministerio con su propio esfuerzo, y lamentablemente, estaba fracasando. ¿Por qué? Rechazaba a Dios.

El juego del cambio

El apretón de manos valió más que mil palabras. Una noche de marzo de 1963, dos basquetbolistas universitarios —uno negro y otro blanco— desafiaron el odio segregacionista y se estrecharon las manos, señalando la primera vez en la historia del estado de Mississippi en que su equipo de jugadores todos blancos enfrentaba a un equipo integrado racialmente. Para competir en el «juego del cambio» contra la Universidad Loyola de Chicago en un torneo nacional, el equipo de Mississippi evadió una orden que les impedía dejar su estado. Mientras tanto, los jugadores negros de Loyola habían soportado insultos racistas durante toda la temporada.

Reflejar su luz

Para captar la belleza de la luz reflejada en sus paisajes al óleo, Armand Cabrera trabaja con un principio clave: «La luz reflejada nunca es tan intensa como su luz de origen». Y afirma: «La luz reflejada pertenece a la sombra y, como tal, debe apoyar a las zonas iluminadas de tu pintura y no competir con ellas».

Nunca tarde

Al visitar un pequeño pueblo de África, mi pastor estadounidense se aseguró de llegar a tiempo a la reunión del domingo a las 10 de la mañana. Sin embargo, encontró que la humilde iglesia estaba vacía. Entonces, esperó… una hora… dos horas. Finalmente, como a las 12:30, cuando el pastor local llegó, seguido de algunos miembros del coro y un grupo de amigos del lugar, la reunión comenzó en «el cumplimiento del tiempo», como dijo después mi pastor. «El Espíritu nos dio la bienvenida, y Dios no llegó tarde». Aquella cultura tenía sus razones para ser diferente.

Tal como soy

La joven no podía dormir. Por padecer una discapacidad física, al día siguiente estaría en el centro de una venta benéfica en la iglesia para recibir donaciones para sus estudios universitarios. Pero no soy digna, razonaba Charlotte Elliott. Mientras daba vueltas en su cama, cuestionaba cada aspecto de su vida espiritual. Por la mañana, aún inquieta, tomó un papel y una pluma para escribir las palabras del ahora clásico himno «Tal como soy».

Grandes expectativas

Un ajetreado día antes de Navidad, una anciana se acercó al mostrador en la concurrida oficina de correo de mi vecindario. Observando su paso lento, el paciente empleado la saludó, diciendo: «¡Hola, jovencita!». Sus palabras eran amistosas, aunque algunos pudieron haber pensado que sonaban irónicas.